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¿Te has preguntado por qué en algunos instrumentos destaca un rizo de madera tan espectacular que parece tener vida propia?
El rizo de la madera, ese defecto que los expertos han convertido en el icono de la estética en luthería, es un capricho de la naturaleza que puede ser provocado por una enfermedad o por los vientos que azotan los árboles durante su crecimiento. Un misterio que agrega un valor único a cada pieza, haciendo que cada instrumento cuente una historia propia.
La luthería no es solo un oficio, este arte es una pasión donde cada detalle importa, y la elección de la madera es crucial. Imagina una pieza única de madera, su belleza natural realzada con técnicas artesanales, destacando cada peculiaridad. En este arte, incluso lo que se forma como un defecto, como el flameado o el ojo de pájaro, se convierte en un toque estético que diferencia y cautiva.
Descubre los tintes perfectos y los métodos de aplicación que harán que tu madera brille como nunca
La preparación de la madera es una parte imprescindible en el proceso de resaltar el veteado y flameado mediante el barnizado. A partir de esta, va a definirse la estética del acabado final. Debemos proyectar cuál es la textura o terminación que nos gustaría obtener para proceder desde la preparación de la madera.
De forma habitual se utiliza el pulido con lijas, subiendo desde los granos 150, 200, 360 hasta 800. En cada cambio de lija, es recomendable humedecer la madera para levantar el pelo y conseguir un mejor resultado.
En la luthería tradicional clásica, el acabado a rasqueta es uno de los más utilizados.
La terminación a rasqueta o cuchilla le da al instrumento una textura particular que acentúa las betas y la belleza de la madera. Si bien es una técnica más difícil de dominar, cuando se logra, resulta mucho más rápido y placentero el trabajo de pulido. Esta terminación suele resaltar la textura y el flameado. Pero la terminación no es perfectamente uniforme y espejada.
En definitiva, lo que podemos observar son fibras onduladas que, al cortarlas de manera recta, generan partes en las que están de punta y partes en las que están horizontal. Por esa razón observamos cambios de color, generando líneas perpendiculares a las vetas.
Una vez lijada la madera, se utilizan diferentes tipos de tapaporos como preparación previa al barniz. Desde los más naturales, a base de gelatina o cola animal, hasta aceites naturales cocidos, algunos elaborados a base de barnices nitrocelulósicos o al agua. El tipo de tapaporos que emplaremos dependerá del acabado que queramos obtener.
Entre las diferentes formas de realzar el flameado en la luthería clásica, en instrumentos de la familia del violín, por ejemplo, se busca hacerlo sin opacar las vetas o figuras de la misma. Para ello, se utilizan diferentes colores de fondo y barniz en capas superpuestas, para hacerlo más evidente. Y, como colores de fondo, normalmente se usan sustancias naturales como el azafrán o la cúrcuma en alcohol, el café o el té en agua, o algunos químicos como nitrito de sodio o potasio, que con la luz producen una oxidación que genera un color de fondo muy bonito.
Entre los mejores productos de protección y acabado para madera rizada, también existen formas con tintas sintéticas al agua o al aceite que se aplican de forma pareja en la superficie. La madera flameada o rizada tiene zonas donde la veta está de punta y absorbe más pigmento, entonces cuando se pasa una lija muy fina, las zonas donde las fibras están horizontales quedan expuestas nuevamente, produciendo mayor contraste.
Un sistema de aplicación muy beneficioso para resaltar la flama de la madera es el siguiente:
Es muy importante tener en cuenta el tipo de acabado o barniz final que vamos a utilizar, para elegir correctamente el método de acentuado de flamas. Hay que tener siempre en cuenta que sean compatibles las tintas y los barnices posteriores.
Los tintes a base de aceite no podrán ser utilizados con barnices al agua o alcohol. Sin embargo, los productos a base de agua serán mucho más compatibles con cualquier tipo de barniz.
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