- Conociendo a los lideres del sector
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Entrevistamos a Juliana Hernández, luthier de éxito que nos inspiró por su pasión por la madera y su compromiso con el medio ambiente. Valores que, sin duda, compartimos en Maderas Barber. Esta entrevista marca el inicio de una colaboración con Juliana, no solo para difundir y promocionar a las mujeres en el mundo de la lutheria, sino también para aprender de su experiencia y conocimiento en este campo.
Juliana Hernández tiene 33 años y es natural de Argentina. Pese a su corta edad, es luthier desde hace más de 10 años. De pequeña le llamaba atención la guitarra porque su padre siempre la tocaba cuando volvía de trabajar. Es uno de los pocos recuerdos que le queda de su padre, que falleció cuando ella tenía solo 7 años. Es por ese motivo que la guitarra se convirtió en un instrumento muy especial para ella. Actualmente, se ha convertido en una luthier con reconocido prestigio y gran influencia a nivel mundial.
Juliana cuenta que de pequeña sentía atracción por el instrumento, tocaba la guitarra con las cuerdas al aire y sentía profunda curiosidad por saber cómo se producía el sonido. Para ella siempre fue un objeto de admiración “una diosa que estaba ahí y no se podía tocar”.
Unos años más tarde, con 17 años empezó a estudiar guitarra en la Escuela de Música Popular de Avellaneda, una de las escuelas de música más reconocidas de Argentina, pero a su guitarra le faltaba una clavija y no podía afinar. Su hermano, Julio, que tenía algunos restos de ébano se ofreció a construirle una y que así pudiera seguir estudiando.
Fue en a partir de ese momento cuando Juliana empezó a interesarse por la construcción de la guitarra “empezamos a ver que la guitarra tenía una panza y mi hermano, me dijo “¿por qué no le bajamos la panza?” Y así empezamos como a entrar en la filosofía de cómo bajar la madera. La mojamos y le pusimos libros. Estuvimos experimentando varios días y ese fue el primer contacto con la luthería”.
Hernández trabajaba como administrativa en una empresa y dedicaba cada rato libre que tenía a investigar sobre las guitarras. Tras quedarse sin trabajo a causa del cierre de la empresa, casi por casualidad obtuvo una prueba para trabajar un par de semanas en Guitarra a la Carta, donde acabaría trabajando durante 11 años.
“Mi hermano me invitó a ver un concierto de un amigo suyo que era guitarrista y al preguntarle por su carrera le dijo que tenía que cerrar unas semanas la tienda porque tenía que tocar. Al escuchar eso mi hermano rápidamente dijo: “Y por qué no va Juli a reemplazarte?”, y desde ese día trabajé en Guitarra a la Carta”.
Fue en esta tienda cuando conoció a su maestro, Ricardo Louzao, quien escribió, 'La guitarra mágica', un libro al que Juliana considera “la Biblia”. La luthier explica que el libro es muy detallado y que habla sobre la madera, sobre cómo montar un taller, etc. Pero ella quería construir una guitarra, por eso, cuando tuvo la oportunidad se lo comentó a Louzao, que no dudó un segundo en invitarla a su taller para que pudiese poner en práctica lo que había aprendido en el libro.
Juliana Hernández con su primera guitarra en 2011
“Lo primero que hicimos antes de empezar a construir fue ir a comprar madera. Me emocioné mucho porque la madera y los árboles siempre me encantaron y siempre me llamaron mucho la atención”. Tanto es así que desde entonces se interesa por saber el origen de cada madera, conocer los árboles, los anillos de crecimiento y conocer todo el proceso de corte de la madera.
Juliana, que no es de comprarse mucha ropa ni zapatos, cuenta que se volvió loca al ver tantas maderas y quiso comprar varias, entre ellas, un boliviano pardo.
Su maestro, Louzao, le enseño las claves para elegir una buena madera, una lección que aprendió para toda la vida y que aplica constantemente.
La primera guitarra que construyó esta joven luthier de éxito tardó un año y medio en estar completa. “Fue algo que llevó mucho tiempo, me llevó como un año y medio porque iba haciendo cuando podía y cuando Ricardo también podía porque él hacía otro tipo de guitarra con fibra de carbono” cuenta Juliana.
Poco tiempo después se matriculó en la escuela de luthería, donde pudo conocer a más mujeres interesadas en el oficio, entre ellas Laura Reynoso, la primera mujer que se graduó en la Escuela de Luthería de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán, y de quien Hernández aprendió mucho.
Sobre su camino, reflexiona y cuenta que “fue distinto del de un hombre”, aunque ella siempre supo lo que quería y la mayoría de hombres la recibieron bien, Hernández cuenta que tomó la decisión “de estar un poco sola en este camino para hacer un poco lo que yo quiero. Lo que tiene trabajar con hombres es que piensan que no tienes fuerza”.
Al respecto de la mujer en la luthería, Juliana, quien ya tiene cierto renombre en este campo, afirma que “todavía a mí me miran y no pueden creer el hecho de que haya una mujer, hay quien piensa que no existe una mujer que haga eso y a mí me parece un poco anticuado”.
La argentina se considera una mujer afortunada, pues a su corta edad, ha tenido la ocasión de trabajar con gran variedad de maderas, muchas de ellas exóticas, las cuales le han brindado la experiencia que a día de hoy posee.
Entre sus maderas favoritas se encuentra el Jacarandá de Bahía. “Puedo decir que es una de mis preferidas porque tiene aroma a chocolate. Eso me encanta, pero bueno, sé que es muy higroscópica y rebelde también al trabajar”.
Hernández afirma convencida que “las maderas son grandes maestras”. Entre las maderas que destaca se encuentran también el cedro y el abeto, a las que compara con personas de distintas edades “El cedro como que es una persona mayor, adulta, y el abeto es como un adolescente que se mueve todo el tiempo, que hace lo que quiere. Lo dejas un día y al otro día está para el otro lado, aunque las maderas son como las personas, nunca se acaba de conocerlas”.
Juliana Hernández, que cuenta con más de 17 mil seguidores en su cuenta de Instagram, es una persona muy espiritual y muy concienciada con el medio ambiente y la sostenibilidad, es por ello que recicla todo lo que puede en el proceso de construcción de sus guitarras, desde el polvo de la madera, los restos e incluso las virutas. Así lo transmite también a sus seguidores, a los que hace partícipes de su pasión por la lutheria.
Para esta joven construir una guitarra es como tener un hijo. “Yo no tengo hijos y es la persona más cercana. Es como una explosión creativa”. Afirma que es “muy exagerada emocionalmente” aunque asegura que con el tiempo ha aprendido a no ser tan sensible y a asumir los problemas como desafíos para enfrentarse a ellos.
Dentro de su parte espiritual existe una profunda conexión con cada guitarra que hace, desde la madera que selecciona hasta el proceso que vive la guitarra una vez la han comprado los clientes. “Me encanta preguntarles a los clientes. Tengo contacto y les pregunto cómo están, como fueron creciendo, porque con el tiempo se van ampliando y manteniendo otro color, van cantando de otra forma, pregunto a ver si las cuidan, si no… Cuando me han traído guitarras para reparar yo he llorado. Soy muy emocional. Es una expresión del arte”.
Como parte de su espiritualidad, Juliana practica yoga “es una herramienta fundamental y que comencé desde chica para conectar con la reflexión y la respiración. Me sirve para decantar un poco todo esto que me cuenta mi mente, que en realidad hay mucho que no es verdad porque me lo invento yo solita, y también para asimilar en el día a día y poder. relacionarme con mayor fluidez con las personas”.
Del yoga también ha aprendido a tener paciencia y aceptar. “Aceptar que soy humana, que tengo un cuerpo que es una máquina maravillosa, pero también es limitada, a mantenerlo como prioridad, a tener como prioridad mi salud mental, a poder respirar antes de actuar”.
Esta influyente luthier asegura que “es muy importante el hecho de ser consciente del cuerpo y los movimientos, porque la luthería es un oficio muy arduo y muy exigente a nivel corporal y hay mucha gente que es muy joven y está muy aguerrida y muy maltratada, porque no tiene conciencia de su cuerpo”.
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